¿Cómo practicar yoga si tienes lesiones?
Algunos ejemplos a los que no llamarías estrictamente lesión pero son condiciones sobre las que tenemos que reparar son: una cirugía reciente (de los ojos por miopía, del apéndice, cirugía estética, etc.) y otras condiciones que aparentemente no afectan a la movilidad del cuerpo, pero están ahí (diabetes, glaucoma, presión arterial alta o baja, etc.)
Todo influye así que conviene contarle a tu profesor tu historial médico por tonto que te pueda parecer, especialmente si lo has actualizado con algún episodio recientemente. No te agobies, todos tenemos alguna tecla, aunque sea un padrastro o un grano reincidente.
Aquí te recomiendo qué hacer cuando llegas a un centro de yoga y tienes alguna lesión.
1) Hablar con el profesor y comentarle tu condición física
Cuando vayas a un centro de yoga por primera vez, asegúrate de hablar con el profesor que te va a asistir en clase. Bien sea por teléfono o en persona.
Cuéntale tu caso.
Cuál es tu lesión, el tiempo que llevas con ello, el diagnóstico, nivel de dolor, limitaciones, etc. Él o ella sabrán asesorarte, te dirán si te pueden ayudar y si el estilo de yoga que ellos imparten es bueno o no para tu condición.
En muchos sitios, especialmente fuera de España, te hacen rellenar un formulario bastante completo para conocer tu condición física. Yo lo hacía los primeros años, sacando la idea del centro de yoga de Londres donde estuve trabajando un tiempo.
Ahora prefiero preguntarles en persona a los nuevos alumnos cuáles son sus lesiones. Así pueden explicarme mejor y explayarse todo lo que quieran.
Te recomiendo que llegues a clase un ratito antes de la sesión y que le recuerdes a tu profesor la conversación que tuvisteis o lo que has puesto en el formulario. Siempre viene bien.
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Asegúrate de que conoce variantes o modificaciones para tu condición. ¡Esto es muy importante!
Recuerdo cuando estaba en la recepción del centro de yoga en Londres, vino un señor y rellenó el formulario. Vi que había marcado la casilla de hipertensión. Era curioso porque las recepcionistas veíamos lo que ponían en el formulario, pero los profesores no. ¿Qué sentido tenía entonces todo aquello?
Así que cuando llegó la profesora le avisé de que iba a tener un alumno hipertenso para que ella hiciera lo que tuviera que hacer. La que para mí era una profesora muy reconocida, con miles de seguidores en Instagram, dando clase en los mejores centros de yoga en Londres, me miró con el ceño fruncido y me dijo: “¿Y qué se supone que tengo que hacer con una persona con la presión arterial alta?”. Mi gesto trató de expresar normalidad, pero en mi cabeza saltaron todas las alarmas y me apunté mentalmente el no volver a sus clases nunca más.
Por el bien de ese hombre, le di unas cuantas pautas, entre las cuales estaba no ponerle a hacer invertidas, algo que en sus clases se hacía con frecuencia. Cuando terminó la clase el señor salió muy contento y ella me dio las gracias.
Pero yo me pregunté, ¿cuántos profesores desconocen el riesgo de los achaques del ciudadano medio con la práctica de yoga? ¿Cuántos alumnos conocen las consecuencias de una práctica de yoga random en su condición física? ¿es suficiente hasta donde yo sé?
Desde entonces mi obsesión es formarme más sobre este tema para que el yoga siga siendo una disciplina terapéutica y segura.
Así que recuerda contarle todo a tu nuevo profesor, asegurarte de que conoce las modificaciones ideales para ti y seguir sus consejos. Al terminar la sesión acércate y cuéntale como te ha ido. Sé sincero, no se va a ofender si algo no te ha gustado. Los dos aprenderéis mucho.
2) Incluso aunque no tengas nada, mantenenle informado de si algún día te duele algo o no estás muy allá
Aunque te parezca mentira, son muy pocos los que nunca tienen nada. De todos los alumnos que llegan a clase, me atrevería a decir que ocho de cada diez tienen una tecla.
Sin embargo, sí que tenemos días. Sobre todo, cuando llegas a cierta edad. Te crees que eres joven, pero a partir de los 30, incluso dormir es un deporte de riesgo y te puedes levantar con algún dolor.
Nunca se sabe. Así que cuando toque yoga, si vas con algún remorcillo, molestia o simplemente estás cansado, házselo saber a tu profesor. Podrá darte indicaciones para que tu practica sea más beneficiosa y satisfactoria.
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Conoce los secretos de una práctica segura.
Ser constante es imprescindible para recibir los beneficios de la práctica del yoga. Sin embargo, las lesiones son un alto en el camino que interrumpen nuestro progreso e, incluso, nos hacen retroceder.
Con este libro sabrás qué tienes que hacer para llevar a cabo una práctica segura evitando no solo el dolor, también molestias y posibles lesiones.
3) Mantenle al tanto de la evolución de tu condición
Si tienes alguna lesión o condición física, ve informando a tu profesor de cómo va evolucionando con la práctica.
El yoga no funciona a ciencia cierta y a veces hay que recalcular ruta. También puede pasar que conforme vas mejorando haya que ir haciendo reajustes.
Por eso es importante mantener una comunicación abierta con tu profe.
4) Durante la práctica
Es importante que sigas los consejos de tu profesor/a, pero, sobre todo, ve con cuidado, escuchándote, sintiéndote. Recuerda que él/ella es el guía, pero tú eres el jefe. Tú pilotas el avión y eres quien tiene la última palabra. No te tires al tren si no estás seguro.
Si hay alguna postura o movimiento que no te da seguridad, no tienes por qué hacerlo hoy. Incluso aunque tu profesor te anime a ello. Puede que tu cuerpo ya esté preparado para esa posición que has estado modificando durante meses, pero también lo tiene que estar tu mente.
No te precipites, respeta los tiempos que necesites y el proceso.