¿Por qué te lesionas en yoga?
No te voy a mentir. Es importante que aceptes cuanto antes que es imposible evitar al 100% hacernos daño. Son muchas las circunstancias que pueden llevar a una lesión y hacernos daño es muy fácil.
El cuerpo es una máquina que a veces tiene que ir al taller. Nuestra mente no es perfecta tampoco y no siempre tomamos las decisiones correctas cuando realizamos ejercicios físico, incluso sabiendo los trucos para mantenernos sanos.
Aquí te presento algunas de las razones por las que nos acabamos lesionando:
1.
Falta de conciencia corporal
Suele pasar a principiantes en yoga. Al no estar acostumbrados a practicar una disciplina física, no sabemos cómo va a reaccionar nuestro cuerpo y tampoco tenemos ni idea cómo interpretar las señales de peligro que nos manda, así que tendemos a ignorar lo que nuestro cuerpo nos está diciendo.
2.
Desconocimiento
Pues eso. Si no sabes lo que estás haciendo, es muy probable que acabes haciéndote daño. Andar perdidísimo durante una secuencia hace que nuestra atención esté dispersa y no sepa dónde enfocarse. Obviamente lo que trataremos es de copiar los movimientos de nuestro profesor o compañeros.
Además, si puede ser, lo haremos de la forma más rápida y disimulada para que parezca que sepamos, para que no se note que somos novatos. Y ahí es donde hacemos un movimiento en falso, fuerza de más o de menos y “¡zasca!” dolorzaco que te impide moverte en el momento o mal recuerdo para el día siguiente…
3.
Competitividad
Querer ser mejor que otros o que nosotros mismos con demasiado ímpetu puede hacer que ignoremos las alarmas que el cuerpo activa cuando hay peligro y, ¡ala! Tortazo.
4.
Lesiones previas escondidas
Si de pequeño te rompiste un codo, por muy bien que se quedara, es importante mantenerte alerta y cuidarlo para no abrir viejas heridas.
Este caso es la norma, hay muy pocos alumnos que vienen “vírgenes” a clase. Prácticamente el 90% de los estudiantes de yoga vienen con lesiones previas o con alguna tecla, independientemente de la edad que tengan.
Así que repasa tu “historial delictivo” y tenlo en cuenta a la hora de practicar. Sé suave con esas zonas del cuerpo que ya han sido dañadas alguna vez.
5.
Repetición constante de malas alineaciones (saludo al sol o estilos de yoga con secuencias fijas)
Cuando no colocamos bien nuestro cuerpo en las posturas es posible que forcemos determinados tendones, ligamentos, músculos o articulaciones y que acaben rompiéndose, sobre todo cuando esa mala alineación se repite constantemente. Por eso la técnica es clave.
Por ejemplo en sirsasana, la postura sobre la cabeza, es muy común pensar que porque conseguimos levantar las piernas y equilibrarnos, estamos haciendo la postura bien. Sin embargo, es imprescindible tener una alineación exquisita en esta postura para prevenir lesiones. Por otro lado, la proyección y activación de los músculos precisos hacen más ligera la postura y, por lo tanto, que no haya peso sobre la cabeza. Haciendo así la postura segura.
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Ser constante es imprescindible para recibir los beneficios de la práctica del yoga. Sin embargo, las lesiones son un alto en el camino que interrumpen nuestro progreso e, incluso, nos hacen retroceder.
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6.
No estar muy lúcidos ese día
Cada día nuestro humor y energía cambian, así que es crucial poner especial cuidado en nuestra práctica o no practicar en absoluto los días que estamos demasiado empanados. Un movimiento en falso puede hacer que te tragues el suelo, o que tires demasiado en cobra o que cojas demasiado impulso en el pino y te caigas encima de la lámpara que deberías haber apartado antes…
7.
Error de cálculo en movimientos rutinarios diarios o en la práctica
Algunas secuencias las tenemos tan trilladas que, en vez de meditar en la práctica, las hacemos mientras repasamos la lista de la compra o la agenda de la semana y claro, nos hacemos daño en un entorno seguro por no estar presentes. Como quien va andando por casa y se engancha el dedo meñique del pie en la pata de la mesa, mejor “estate en lo que estás”, es decir, practica el mindfulness.
Ningún entorno es seguro si no prestamos atención a lo que estamos haciendo.