El yoga es el lugar al que ir cuando nada está bien
Llevo muchos años practicando yoga de forma regular.
Inquebrantable, podría decir. Y sí, estoy orgullosa. Sobre todo porque noto los beneficios: mi cuerpo se ha transformado, mi mente también.
Pero el otro día, en mitad de una sesión, pensé: “Vaya rigidez tengo hoy en los muslos.”
“Mis caderas no se abren ni con instrucciones.”
“¿Por qué hoy todo me molesta?”
Tenía una alergia del copón, las pastillas no me hacían efecto, y encima arrastraba un cansancio que parecía heredado de tres vidas anteriores. Entonces me vinieron recuerdos de otras sesiones raras… Un día fue la alergia. Otro, la cabeza llena de pensamientos intrusivos. Otro, estaba premenstrual. Otro, simplemente, había llovido y tenía los calcetines mojados.Y ahí me cayó una verdad tan honesta como inevitable:
La práctica de yoga, como la vida, rara vez es perfecta.
Lo habitual no es estar a gusto. Lo habitual es que haya algo que moleste, que incomode, que interrumpa esa paz que tanto buscamos. Y aún así, seguimos practicando. Y seguimos viviendo.
Y si tenemos suerte (o mejor dicho, presencia), incluso aprendemos a disfrutar de lo que hay, no de lo que soñamos que debería haber.
Así que hoy te lanzo un spoiler enorme sobre el yoga:
Si estás esperando el día en que todo encaje (que tu mente esté calmada, tu cuerpo fuerte y flexible, y tu energía alineada con los astros)…
Puede que llegue. O puede que no. Pero lo que sí puedes hacer es disfrutar de este día tal y como es.Con tus caderas cerradas. Con tus brazos flojos. Con tu mente de mono hiperactivo.
Porque el yoga no es para cuando todo está bien. El yoga es el lugar al que ir cuando nada lo está.
Si estás en uno de esos días “imperfectos”, te invito a probar estas dos prácticas de mi escuela online:
Om shanti shanti requeteshanti
Julia
