No te sientas ridículo en yoga
Un yogui tradicional te diría que el yoga es la unión de la respiración, el cuerpo y el espíritu. Estoy totalmente de acuerdo. Sin embargo, vivimos en un mundo tan centrado en lo exterior, en el cuerpo y solo en lo que podemos ver, que comenzamos a practicar desde lo corporal y, con suerte (si pasamos a esa tercera fase de la que te hablaba), podemos degustar los beneficios que tiene llegar a la mente.
Es por ello que me gusta decir que, las posturas no sólo se hacen con el cuerpo, también con la mente y el espíritu.
Te lo explicaré también de otra forma.
Tres tipos de personas en clase
MARIPENAS
MARIFRACASOS
MARICONFIANZAS
Maripenas
Es aquella que entra a una clase de yoga y, como aún se encuentra en la primera fase, piensa que no es lo suficientemente buena para practicar yoga. Se compara constantemente con los demás y se autocompadece. Se siente ridícula y la envidia hacia cualquiera que tiene un poco más de fuerza, flexibilidad o equilibrio aflora y brota por doquier. Siente envida incluso de los que no llegan tanto a las posturas, porque cree que lo conseguirán antes que ella.
Marifracasos
Ha practicado la flexibilidad durante años en danza, gimnasia rítmica o cualquier otra disciplina donde trabajan el cuerpo hasta la extenuación. Su espíritu competitivo está aún despierto. Y no se compara con los demás porque, pobrecicos míos, son solo mortales con sus articulaciones soldadas, a diferencia de ella. Pero sí siente una gran frustración con los vestigios de sus años dorados en el deporte. “Para lo que ha quedado el cuerpo…” piensa y se enfurruña. Se cabrea con su cuerpo por no responder inmediatamente a las exigencias físicas de las posturas y se siente una fracasada. Esta no pasa de la segunda fase, te lo digo yo.
Mariconfianzas
Probablemente ha practicado algo de deporte en su vida, o no. Probablemente tenga un mínimo de habilidades físicas como fuerza o flexibilidad, o no. Probablemente tenga herramientas emocionales para superar los obstáculos que le pone el cuerpo, pues sí. Mariconfianzas no se deja amedrentar por las exigencias de las posturas. Las ve como un reto bonito y se alegra cuando su postura se parece remotamente a la de su profesor, pero no le importa si no sucede así.
Pero, sobre todo, desarrolla la conciencia corporal y escucha las sensaciones de su cuerpo. “¿Cómo me hace sentir esta postura?” se pregunta. “¿Estoy cómoda o incómoda?” “¿Siento tensión en alguna parte de mi cuerpo? ¿Cómo puedo reducirla?” “¿Cómo es mi respiración?”. Ese es su discurso interior. Todo preguntas, todo exploración y autopercepción. No hay competitividad, no hay crítica, no hay juicio.
Haz como ella. Sé Mariconfianzas.
2 comentarios en “Cómo no sentirte ridículo haciendo yoga”
Hola Julia, eres tremenda describiéndonos como aciertas, gracias a tus consejos y tras 3 para 4 años de práctica, cierro los ojos y me sumerjo en mi durante mis prácticas (cuando puedo, en equilibrios aún ni se me ocurre).
Abrazo de oso, Om Shanti Om.
jeje gracias Ovidio por tu feedback y por compartir tu experiencia. Un abrazo enorme!