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Sarandonga, chatunga, chataranga… ¡¡CHATURANGA!!

En yoga no siempre nos apetece hacer ciertas posturas y, a veces, nos toca aguantarlas más de lo que nos gustaría por lo que nos toca enfrentarnos con sentimientos de frustración, agitación y rabia. A mí me pasaba eso con chaturanga dandasana. Le cogí mucha, mucha manía. Pero entender la asana me ayudó a quererla un poquito más… aquí te cuento sobre ella.

 

Sin duda, para mí lo más duro de las primeras clases de ashtanga yoga era bajar a chaturanga dandasana al final de cada secuencia para luego aguantar en adho mukha svanasana (o perro mirando hacia abajo) 5 respiraciones completas. Ya de por sí, aguantar la plancha con estoicismo se convierte en tremenda empresa en cada clase, pero de ahí bajar a chaturanga se me antojaba la mayor crueldad de los ejercicios yóguicos jamás inventados. La razón es muy sencilla: en plancha le tiemblan los brazos y hasta el alma a cualquier principiante que no esté acostumbrado nada más que a cargar la compra semanal del coche al ascensor y del ascensor a la cocina, y hacerle bajar hacia el suelo es como ver la luz del túnel “bueno, es duro pero voy a descansar en el suelo un ratito” piensas inocentemente. Pero no, no, no. Antes de bajar al suelo debes de subir otra vez. Chaturanga te pone la miel en los labios y luego te la quita. Esta asana no es ni más ni menos que la transición hacia dos posturas más que no harán sino alargar el sufrimiento y la carga en tus brazos mientras tu espalda se contorsiona en dos movimientos contrarios más: urdhva mukha y adho mukha (perro arriba y perro abajo, extensión y flexión).

Hasta que no entiendes que la fuerza de estos movimientos debe nacer principalmente de tu core y no de tus brazos, lo que se te antoja como una danza cruel para resaltar en público el deplorable estado físico de tus miembros, no es otra cosa que un ejercicio de fortalecimiento ideal así como una secuencia fantástica para compensar el cuerpo del esfuerzo al que hayamos sometido a nuestra columna en las posturas anteriores.

Esta serie de posturas liderada por chaturanga se utiliza principalmente en ashtanga, que es un estilo donde las secuencias son fijas y jamás se cambian, por lo que ya sabes que te vas a hinchar a chaturangas, perros arriba y perros abajo de 5 respiraciones hasta el último minuto de clase. También se usa esta mini secuencia (llamada vinyasa)  en las clases de otros estilos de yoga como vinyasa flow. No obstante, al no ser estilos con una secuencia fija, depende del criterio del profesor que ese día tengas que pedirle a alguien que te ayude a llevar la compra a casa o no.

 

Chaturanga dandasana fortalece core, brazos, piernas y hasta las cejas ya que tienes que activar cada músculo de tu cuerpo (de lo contrario te costará más cargar con tu peso al doblar los brazos y empujarlo hacia delante). Es una excelente postura para calentar el cuerpo y como asana preparatoria para otras posturas. No obstante, es importante realizarla bien. He visto hacerla de diferentes formas y aunque los yoguis solemos ser muy cuadriculados, creo que cada uno debe adaptarla a su cuerpo. En concreto, a mí me crujía y dolía el codo derecho cada vez que la realizaba, hasta que me di cuenta de que no empujaba con mis pies para deslizarme hacia delante. Una vez que lo hice, mis codos se desplazaban hacia delante por encima de mi muñeca y ya no dolía ni molestaba nada.

También pienso que es importante no bajar el pecho más que los codos (para no forzar cuello, trapecios y hombros), alargar el cuello como extensión de tu columna y mantener los codos bien pegaditos en los costados (para no forzar muñeca y activar serrato anterior que es el músculo que protegerá tus hombros y torso y ayudará a que bajes con control). ¡Pero ojo! No es prana todo lo que reluce, si tienes problemas o lesiones en tu tren superior especialmente muñecas, codos u hombros (así como contracturas feas en la espalda alta), aborta postura y no realices chaturanga hasta que no puedas hacer un uso normal de este sector de tu cuerpo, ¡no querrás ringarte más!

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De hecho, déjame que te lo confiese… yo ya no la practico nunca. Me parece demasiado arriesgado realizar esta postura una y otra vez. Cuando decidí divorciarme de ella pensé en alternativas para obtener sus beneficios sin tener que hacerla. Para mí, las mejores posturas para evitar chaturanga son ashtanga namaskar (o rodillas-pecho-barbilla), biladasana (o gato), phalankasana (o plancha) o hacer ondas espinales (de placha a perro abajo y viceversa). Con estas alternativas puedes fortalecer core y brazos igualmente sin sobrecargar hombros y controlando el peso que tienes encima.

¿Cuáles son tus sentimientos por chaturanga? ¿le tienes manía? ¿te gusta? ¿cómo te han enseñado a realizarla? Me encantará saber tu opinión 🙂

Si a ti tampoco te convence y quieres una práctica libre de lesiones, sencilla pero realmente efectiva para ganar fuerza, flexibilidad, equilibrio y paz mental, hazte con mi libro Cómo Evitar Lesiones en Yoga (en ebook o en papel). Se trata de un manual digital con el que aprenderás cómo evitar lesionarte en chaturanga y en otras muchas posturas. Es la guía definitiva para progresar en tu práctica sin molestas y dolorosas interrupciones.

Y si lo que te gustaría sería encontrar una postura sustituta para chaturanga, te explico cuáles son las mejores variantes y cómo integrarla en este post (Variantes de chaturanga para no dejarte los brazos en la esterilla).

Om Shanti Shanti Requeteshanti Julia

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