Los tres mayores miedos de un principiante es hacerse daño, hacer el ridículo o no ser lo suficientemente bueno en yoga. Todo esto se traduce en un solo deseo y es hacerlo bien.
Lo que más me preguntan las personas que nunca han hecho yoga es:
“Mientras estoy en la postura, ¿cómo sé si lo estoy haciendo bien?”
De hecho, muchas personas se obsesionan por tener un profesor presencial que les corrija en cada momento.
Pues bien, no es absolutamente necesario que lo hagas bien todo el tiempo. Puedes equivocarte, el cuerpo te permite cierto margen de error. Y si lo hicieras mal, incluso en el hipotético y trágico caso de que te lesionaras, no sería grave. Y créeme, las lesiones, como te cuento en mi libro Cómo evitar lesiones en yoga, en el 100% de los casos son una bendición. Siempre hay una gran lección detrás.
Pero bueno, partiendo de la base de que es imposible prevenir todas las lesiones, vamos a ver qué podemos hacer para mantener nuestro cuerpo serrano sano y salvo en yoga.
Estos son tus referencias a la hora de saber si estás haciendo bien la postura:
PROFESOR
La figura del maestro está ahí para algo. Nos muestra la ejecución de las posturas no solo de manera verbal, sino que también las muestra, usando su cuerpo como referencia. Si lo hacemos mal, él o ella nos puede corregir para mantener el cuerpo alineado y sano.
El profesor es el salvavidas que usamos todos al principio cuando asistimos a una clase de yoga y queremos asegurarnos de estar haciendo bien la postura. Sin embargo, hay más.
CUERPO
Tu cuerpo te va a decir perfectamente cuando estás haciendo una postura mal. Las rigideces y tiranteces están ahí para algo. Son límites corporales que nos indican hasta dónde podemos llegar. “Bueno, yo intento llegar más lejos porque mi profe llega más profundo que yo”. Sí, pero eso no significa que los dos tengáis que llegar al mismo lugar.
Vuestra postura no tiene que verse igual. Cada cuerpo es un mundo y con las posturas perseguimos unas sensaciones parecidas, pero no se van a ver iguales. Puesto que vuestra experiencia en el yoga es distinta, vuestra flexibilidad es muy posible que tampoco sea igual. Y puesto que vuestra genética también es distinta, vuestra postura no se va a ver igual. Por lo tanto, no vais a llegar al mismo lugar. Acepta entonces tus límites corporales y practica la autoindulgencia. Tu cuerpo está bien donde está ahora mismo.
“Si mi cuerpo no llega hasta el mismo lugar que el de mi profesor y nuestras posturas no se ven igual, ¿cómo sé que lo estoy haciendo bien?”
Tu cuerpo te mandará señales.
- Si hay dolor, sal de la postura, algo va mal.
- Si hay molestia, modifica, algo va regular y es mejor cambiarlo.
- Si hay sensación de estiramiento, quédate, estás bien ahí.
- Si no hay sensación, estás haciendo el vago.
Al principio es fácil confundir las tres primeras señales, poco a poco se van haciendo cada vez más claras y muy reconocibles. Por lo que podrás decidir qué hacer y autocorregirte muy rápidamente.
Mente
Las sensaciones que nos transmite el cuerpo son rápidamente procesadas por una mente que, aunque en algunas ocasiones está dispersa repasando la lista de la compra, se debe de encontrar alerta las primeras sesiones al estar practicando algo nuevo.
En seguida la mente, por muy principiante que sea, podrá notar esas sensaciones y procesarlas como algo positivo, interesante o negativo para su cuerpo. Y podrá frenar, mantener o profundizar. De ser necesaria una modificación también podrá hacerla (en unos instantes te cuento cómo).
Respiración
Una pista muy acertada a la hora de seguir con una postura o abortar misión es siempre la respiración. Se delata sola. Nos chiva lo que necesitamos saber de la postura. Y es que una postura forzada vendrá siempre con una respiración también forzada. Cuando la postura resulta interesante (es decir, no es cómoda, pero tampoco es dolorosamente incómoda) nuestra respiración va a ser intensa, pero fluida.
Quizá tengamos que tomar respiraciones más profundas y conscientes para facilitar la respiración, pero notaremos como esto nos alivia y nos hace disfrutarla más. Cuando una postura es demasiado fácil, respiraremos tan a gusto que hasta nos aburriremos en la postura.
Estas son las pistas que nos da la respiración. Atento a ellas para saber si lo estás haciendo bien o mal.
Sexto sentido
Una vez que has sentido los límites físicos de tu cuerpo, tu mente ha procesado las sensaciones y tu respiración te ha delatado, si aún ahí tienes dudas, al final lo que queda es echar mano de tu sexto sentido.
Cierra los ojos, mira hacia dentro y observa las sensaciones que provoca la postura en tu interior. ¿Qué emociones evoca? ¿Qué sientes a nivel físico, mental y emocional?
Si no sabes responder a esta pregunta o tus respuestas son un tajante “Nada”, no te preocupes. La escucha interna y el desarrollo de la conciencia corporal lleva un tiempo. Confía en el proceso.
Y, de verdad, relájate, no tienes que hacer las posturas bien desde el principio. Permítete ser principiante y equivocarte. No hay nada de malo en ello.
¿Cómo modifico las posturas yo solo, si soy principiante?
Cuando vienen principiantes a clase por primera vez, yo les indico brevemente todo lo que te estoy contando. Intento fomentar la escucha interna desde el primer día. Y trato de transmitirles que el yoga no es un sistema rígido de técnicas de alineación cuadriculadas.
Cada cuerpo es un mundo, insisto, por lo que tendrá sus propias reglas. Conocer poco a poco las reglas del yoga es importante, pero conocer tu cuerpo y aplicar sus propias reglas lo es aún más.
Así que muévete sin miedo, pero con precaución cuando se trata de una postura nueva para ti. Al principio, haz lo que el profesor te sugiera. Poco a poco ve adentrándote en la postura y, si al comenzar, a medio o al final notas alguna sensación rara o desagradable, tómate la libertad de cerrar los ojos y hacer movimientos sutiles que te permitan explorar la postura.
Movimientos libres, suaves y progresivos que te ayuden a conocer las sensaciones y averiguar si debemos de seguir explorando o abortar misión.
Y si el profesor está delante, ¡no pasa nada! No puede ni debe enfadarse al verte modificar porque esto significará que estás respetando tu cuerpo. Lo único que hará será sugerirte alternativas si las que estás haciendo tú no le convencen o no le parecen tan seguras.
Pero, ante todo, confía en ti y en tu poder de escucha interna.