7 consejos para sobrevivir a una sesión de yoga
Practicar yoga nos aporta grandes beneficios pero mientras estamos trabajando en ello, a veces también podemos hacernos daño o tener experiencias desagradables que pueden hacernos no volver a querer pisar una esterilla.
Para practicar yoga no vas a necesitar tener fuerza, flexibilidad o concentración, porque eso ya te lo dará la práctica. Pero sí que te ayudará saber algunas cositas de antemano que te contaré hoy.
Probablemente además, te hayas preguntado esto alguna vez:
¿Tengo que hacer todo lo que diga el profesor?
¿Tengo que probar todas las posturas?
¿Y si me hago daño?
¿Y si no puedo hacer algo?
¿Y si hago el ridículo?
En este post contesto a tus preguntas y te cuento los 7 consejos que me hubiera gustado saber cuando comencé a practicar.
¡Me hubiera ahorrado muchas preocupaciones! Espero que te guste 🙂
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1. No hagas ninguna postura que te dé miedo o respeto
A una sesión de yoga asisten personas de todo tipo, cada una con sus achaques y sus apechusques. Cada cuerpo es un mundo y cada momento es una emoción así que vamos a clase de yoga con lo que nos ha tocao. Por ello, cualquier instrucción de tu profe es una mera generalidad y debes de tomártela como una guía, no como una orden. Así que, por favor, si hay alguna postura que se te ofrece y que no has hecho nunca, tienes dos opciones:
1º opción– si hay tiempo porque es un estilo de yoga suavecito o calmado, tómate tu tiempo y explórala, si ves que sigue dándote pánico aborta misión y la siguiente será más llevadera, seguro.
2º opción– si el estilo de yoga es dinámico, vas a tener poco tiempo para investigar cómo meter tu cuerpo en semejante nudo así que mejor, déjala pasar, total, cuando tú hayas conseguido meterte en la postura los demás estarán ya en la relajación. Habrá más oportunidades, pero no te arriesgues a ir de correprisas y hacerte daño en la intentona. Es correr un riesgo innecesario.
Por último, ten en cuenta que no todas las posturas son para todos. Va a haber posturas que ni te gusten ni consigas hacer jamás, y no pasa nada. De hecho, hay tantas posturas en yoga que aunque te lo propusieras no podrías hacerlas todas ni en un millón de años.
La buena noticia es que habrá tantísimas asanas que jamás pensaste que harías y ahí estarás tú dentro de nada, enredada como una trenza de cuatro mechones y tan a gusto.
2. Si estás en una postura y sientes molestia intensa o dolor, sal inmediatamente de ella
En nuestras primeras clases de yoga las posturas se nos antojan una tortura india. Además, miras a tu alrededor y ves que no hay nadie con una sonrisa. El que menos angustiado se le ve es ese de barba, gafas y semblante estoico que se hace un nudo hasta con la campanilla y ni se inmuta. Así que asumes que el yoga es así: sudoroso, asqueroso y doloroso. Sin embargo, no debe serlo.
El dolor no forma parte de la práctica en ningún momento. La incomodidad y, en situaciones límite, la molestia como forma de alertarnos y rectificar, sí.
Entonces es muy importante que te vistas con las mallas y la gabardina de míster Gadget cada vez que practiques para investigar cómo se sienten las posturas, más que cómo se ven. Normalmente esto último nos preocupa bastante no vaya a ser que la gimnasta de al lado piense que vaya tronco le ha tocado de vecinilla (vecina de esterilla).
Las sensaciones que te proporciona tu cuerpo cada vez que practiques son absolutamente claves para protegerte, evitar lesiones y obtener los beneficios de la práctica.
La incomodidad moderada es alerta verde, todo está bien, es una sensación que llevaba con una buena respiración es hasta placentera.
La molestia es alerta amarilla, quiere decir que si seguimos por ese camino nos podemos hacer daño. Si rebajamos las ansias, la profundidad en la postura y las órdenes de nuestro ego, podremos volver a incomodidad moderada donde ya hemos dicho que aprenderemos a estar a gustico.
El dolor es alerta roja y significa que, o el pisto ya está montado, o queda nada para que la Marimorena, en alguna parte de tu cuerpo, se manifieste. Si rectificamos pronto y no es muy grave, probablemente notemos las consecuencias en frío, después de la sesión. Si somos masoquistas reincidentes y nos empeñamos en violar ahimsa (principio yóguico que significa no hacer daño), ya no habrá vuelta atrás y probablemente no puedas ni terminar la sesión.
Y lo mismo pasa con las emociones. Si practicar alguna respiración, meditación o relajación te provoca sentimientos de angustia o ansiedad, trata de darle primero una oportunidad. Pero si ves que la sensación es desagradable y cada vez más intensa, siéntete libre de abandonar esa práctica en el momento. Quizá otro día, te apetezca volver a probar.
Ojito a las sensaciones, son tu mejor guía. Mejor incluso que tu profesor.
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3. No trates de hacer absolutamente todas las posturas
Es muy frecuente ver en una clase de yoga cómo el profesor da opción para la variedad de alumnos que tiene ese día (desde más principiantes a más avanzados). Y, sin embargo, la mayoría de los estudiantes se van a la opción más avanzada, a veces, sin pasar por la variante más sencilla.
Hacer esto es ignorar tu cuerpo y actuar conforme al principio de pertenencia al grupo. Queremos fit in, queremos que los demás (quienes creemos que nos están viendo y evaluando cuando no es así) vean que somos lo suficientemente buenos para estar en esa clase de yoga.
Sin embargo, no hay competición en yoga, no tienes que llegar a la última variante, ni siquiera a la segunda. A veces, incluso, el profe no ha espabilado lo suficiente ese día como para darse cuenta de que ni siquiera la primera opción es accesible para todo el mundo.
Evalúa las posturas que te ofrecen de acorde a tu cuerpo y no a lo que crees que los demás (o tú misma) esperen que hagas. Si eres principiante quédate siempre con la más sencilla. Incluso si es demasiado, descansa y perdónate, sé autoindulgente. Para exigirte cosas ya tienes a tu jefe. En yoga lo único que les requerimos a los alumnos es que respiren.
4. No trates de seguir a tus compañeros en todo momento, muchos tienen mucha más experiencia que tú
Durante la sesión de yoga, los demás no solo no están pendiente de nosotros sino que no es aconsejable que tú estés pendiente de ellos.
Por supuesto, puedes mirar a tus compañeros por si te has perdido y el profesor no está demostrando físicamente la postura o la secuencia.
Pero analizar hasta dónde llegan los demás y tratar de imitarlos es, por un lado, inútil, ya que no conoces la experiencia de la otra persona (puede llevar mucho más tiempo que tú practicando), el trabajo personal que hay detrás (su autopráctica) ni su anatomía (la genética influye mucho en las posturas).
Ni qué decir tiene que tratar de que te salgan las posturas igual que le salen al profesor es garantía de frustración y fracaso rotundo. ¿Acaso pretendes que te salga el potaje exactamente igual que a tu abuela? Pues eso.
Por otro lado, tratar de alcanzar las posturas que otros ya han conseguido es peligroso. No solo por las lesiones que puedes provocar al imponerle a tu cuerpo un ritmo o presión a la que no está acostumbrado, sino por las lesiones emocionales y físicas que pueden surgir de una autoexigencia desmedida e injustificada en una práctica que se basa en la autoaceptación.
En otras palabras, en yoga no queremos flipaos que buscan conseguir las posturas más acrobáticas en el menor tiempo posible. En yoga se va a indagar en uno mismo a través de la práctica física y mental.
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5. Descansa las veces que haga falta
No me canso de decirlo, la postura de balasana o la del niño, siempre es bienvenida en una clase de yoga. Cuantas veces quieras y durante el tiempo que quieras.
Jamás encontrarás a un profe que le eche la bronca a su alumno o un practicante que mire mal a otro por colocarse en la postura del niño para descansar aunque el resto de la clase sigua echando el hígado por la boca practicando vinyasas en bucle.
6. Si algún día te sientes más flojo, baja el ritmo. Si algún día te sientes a tope, ve un poco más allá, sin forzar
El yoga se adapta al yogui, y no al revés. Por lo que si un día te encuentras más pachucho pero quieres practicar, siempre puedes elegir una práctica más suave. Si es guiada por un profesor, aún así puedes tomártela con más calma, saltándote los vinyasas (¿qué es un vinyasa?), descansando en niño en vez de en perro abajo y parándote a respirar todas las veces que quieras.
También vale la opción contraria, si un día estás a tope y puedes tratar de hacer todas las opciones que tu profe te ofrece, siempre con cuidado, hacer un vinyasa extra, mantener la postura un poco más o quedarte en perro abajo en los descansos cuando se ofrezca la postura del niño. No obstante, es importante que siempre que estés a tope trastes de discernir si de verdad tienes fuerza, energía y capacidad para hacer ciertas cosas o es tu ego quién te lo está imponiendo. Es fácil confundirlo pero, con la práctica, se hace más sencillo.
7. Si tienes alguna lesión, has de hablar con tu médico y con tu profesor
La responsabilidad en última instancia es tuya, esto quiere decir que vamos a hablar con el médico para cerciorarnos que practicar yoga no es un suicidio. Por si acaso tu médico te dice que sí, que por supuesto, que con lo mal que estás del cabezo el yoga es una bendición, pero en realidad tu médico no ha hecho yoga jamás ni lo tiene entre sus planes y te lo ha dicho porque ahora está de moda y dicen (diiiicen) que viene la mar de bien, pues pregúntale a tu profesor (en mi caso YO, si haces clases conmigo) para que te diga si tienes que tomar alguna precaución.
En líneas generales, seguir las señales de tu cuerpo como te he indicado anteriormente no solo sería suficiente sino que sería absolutamente obligatorio en caso de que tengas alguna tecla, condición o lesión. Pero hablar con tu médico y con tu profesor, viene fetén para asegurarnos de no salir escaldados de una sesión de yoga.
Recuerda que puedes practicar conmigo yoga online
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¡Feliz práctica!
Om shanti shanti requeteshanti
Julia
4 comentarios en “7 Consejos imprescindibles para sobrevivir a una sesión de yoga”
Yo, en la postura del niño solo estoy cómoda cuando estiro los brazos hacia delante, ya sea tocando los brazos o solo las manos en el suelo. Pero llevar los brazos a los costados, (pies) y frente al suelo, para mi es incomodisimo
Hola Marareyes, no existe ninguna postura que sea cómoda para todo el mundo. Incluso savasana es incomodísima para muchos. Lo que pasa es que no puedo puntualizar en casa post. Pero sí, tienes razón, hay muchas personas que, como tú, adaptan la postura para disfrutarla 🙂 Y eso es genial
Gracias por tu comentario. Un abrazo
Absolutamente genial. Profesional y con humor. El combo perfecto. Enhorabuena y mil gracias
Gracias Carmen! Eres un sol